En el día de ayer, en una de las salidas que realicé, caminando y escuchando el sonido del viento y con la intensidad que soplaba, observé a un grupo de jóvenes jugando en una pequeña canchita «lo que nosotros en mi juventud llamábamos Potrero», con algunos mayores, mirábamos las habilidades que pisando la pelota, bajándola con el pecho, o simplemente con el píe, unos para sus adentros, imaginaba que esos jóvenes podrían llegar a ser figuras notorias de este deporte, jugadores que enaltecen muchas canchas en el mundo. Lamenté no haber llevado mi cámara para obtener una imagen o video de ese momento.
Un fuerte viento, me motivó a continuar mi recorrido. Por la tardecita, si llevé mi cámara, obtuve fotos de algunas esquinas, donde hay cables de teléfonos colgando, lo que demuestra que la prestataria de este servicio público, no hace bien su trabajo, poniendo en riesgo a los automovilistas, peatones, pues por la intensidad del viento, quedan sueltos y actúan como un látigo golpeando a los autos que circulan o en el cuerpo de alguno o algunos transeúntes.
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