Maritza se desempeñaba como vendedora en una tradicional tienda riograndense. Un día decidió renunciar e instalarse junto a su esposo en San Sebastián, para dedicarse a la pesca artesanal. Pese a lo sacrificado de su nuevo trabajo, se muestra entusiasmada y contenta.
Lea la nota completa en la Edición Nº 1 Año 2011